Perfil de los y las egresadas del ARU
El/la alumna que egresa de estos cursos se caracteriza por la capacidad de:- Reflexionar sobre las cuestiones fundamentales del ser humano con base en su propia experiencia.
- Considerar posibles soluciones para los retos personales, profesionales, sociales y personales que enfrente, para elegir la mejor alternativa, con libertad y asumiendo las consecuencias de su elección.
El logro de dicho perfil se apoya en el desarrollo de las competencias generales de la UIA, con énfasis en: discernimiento y responsabilidad, compromiso integral humanista, creatividad e innovación, y liderazgo intelectual. Se privilegian los siguientes elementos:
- Respeto a la dignidad de las personas.
- Autoconocimiento.
- Toma de postura ante lo ilimitado y lo trascendente.
- Compromiso ético.
- Pensamiento crítico.
- Resolución de problemas complejos de manera interdisciplinaria.
- Conciencia de los problemas sociales.
- Compromiso con la transformación positiva de su entorno social y natural.
- Imaginación.
Método de Reflexión Crítica
Las materias, y por lo tanto, los contenidos humanistas que plantea el ARU favorecen de manera natural la reflexión personal que se pretende suscitar en el área, y, por ende, el desarrollo de competencias como el discernimiento y la responsabilidad o el compromiso integral humanista. Aún así, los contenidos no bastan: es preciso abordarlos mediante un método pedagógico que supere el aprendizaje monográfico, memorístico o erudito, para alcanzar un aprendizaje significativo, conectado con la vida, que implique el vínculo con la propia experiencia, la toma de postura y la asunción crítica de valores. Por eso en el ARU se ha adoptado como método de trabajo los planteamientos de la pedagogía ignaciana desarrollada por la Comisión Internacional para el Apostolado de la Educación de la Compañía de Jesús. El Área de Reflexión Universitaria los denominará en su conjunto el método de reflexión crítica. Es decir, se abordan los temas académicos desde una perspectiva humana, poniendo el énfasis en descubrir y analizar las estructuras, relaciones, hechos, cuestiones, intuiciones, conclusiones, problemas y soluciones e implicaciones que en cada disciplina sacan a la luz lo que significa ser persona.Siguiendo el planteamiento de la pedagogía ignaciana, el método de reflexión crítica se construye sobre la base de cinco elementos:
El contexto del aprendizaje
La atención personal y la preocupación por el individuo que es un distintivo de la educación jesuítica, requiere que el profesor conozca cuanto sea posible y conveniente la vida del estudiante. Y como la experiencia humana, punto de partida de la pedagogía ignaciana, nunca ocurre en el vacío.Experiencia
El aprendizaje se potencia cuando implica la experiencia. Ésta va más allá de la comprensión puramente intelectual. Con este término se describe cualquier actividad en la que, junto con un acercamiento cognoscitivo, se tiene un impacto de naturaleza afectiva.La reflexión
En el PRU con el término reflexión se quiere expresar la reconsideración seria y ponderada de un determinado tema, experiencia, idea, propósito o reacción espontánea, con el fin de captar su significado, y emitir un juicio fundamentado al respecto. Por tanto, la reflexión es el proceso por el cual se saca a la superficie el sentido de la experiencia.- Cuando se entiende con mayor claridad la verdad que se está estudiando.
- Cuando se descubren las causas de los sentimientos o reacciones que se están experimentando al considerar algo atentamente.
- Cuando se comprenden más a fondo las causas e implicaciones de aquello que se ha llegado a entender por uno mismo o con ayuda de otros.
- Cuando se logra tener convicciones personales sobre hechos, opiniones, verdades.
- Cuando se logra comprender quién es uno mismo y quién debería ser uno en relación con otros, con el mundo y con la trascendencia.
La acción compromiso
La reflexión, desde un punto de vista de la pedagogía ignaciana, sería un proceso truncado si terminase en la comprensión y la afirmación de un juicio. La reflexión ignaciana comienza precisamente con la realidad de la experiencia y termina, necesariamente, en esa misma realidad para actuar sobre ella. La reflexión sólo hace crecer y madurar al sujeto cuando promueve la decisión y el compromiso en la acción.El término acción se refiere aquí al crecimiento humano interior basado en la experiencia sobre la que se ha reflexionado, así como a su manifestación externa. La reflexión por lo tanto, implica un compromiso para actuar en la realidad en determinado sentido. De esta manera, los contenidos percibidos y analizados conducen a opciones concretas. Con el tiempo, estos contenidos, actitudes y valores interiorizados forman parte de la persona, e impulsan al estudiante a actuar, a hacer algo coherente con sus convicciones.
En el espacio del aula, el componente de la acción se trabaja mediante aquellas estrategias didácticas que suponen una toma de postura del estudiante y, por tanto, una intención de actuar en un determinado sentido. Algunos ejemplos representativos de estas estrategias son: el aprendizaje basado en problemas, el estudio de casos, la solución de dilemas éticosy la elaboración de proyectos.